Campo de Hielo Norte & Sur - Un viaje infinito.
Cuarenta y cinco días para travesear buena parte de los dos campos de hielo patagónicos—600km de aventura.
By Rolando Garibotti, 14/01/2023.
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A lo largo de cuarenta y cinco días, entre finales de octubre y mediados de diciembre de 2022, cinco alpinistas y esquiadores franceses completaron una travesía sin precedentes que une buena parte de los dos mayores campos de hielo patagónicos, el Campo de Hielo Norte y el Campo de Hielo Sur, recorriendo 600 km de cordillera.
Los cinco alpinistas y esquiadores son Thomas Auvaro, Léo Billon, Didier Jourdain, Christophe Malangé y Jordi Noguere. Forman parte del Groupe Militaire de Haute Montagne (GMHM), un grupo militar de montañismo de élite francés creado en 1976. Este grupo ha dado pasos agigantados para impulsar el deporte, realizando expediciones por todo el mundo, desde el Polo Norte, al Himalaya, la Antártida, pasando por los Alpes y Yosemite.
Didier penso en probar esta aventura hace unos años, luego de sobrevolar la zona volviendo de una expedición en la Antártida. La idea original de este reto data a 1993, a los suizos Franco Dellatorre y Arturo Giovanoli (ver addendum).
Pasaron dos años planeando y entrenándose, incluido un mes de reconocimiento en octubre de 2021. Jacques-Olivier Chevallier también iba a formar parte del equipo, pero dos días antes de partir sufrió una apendicitis que le obligó a abandonar.
Partieron de Lago Leones, alcanzando la meseta del Campo de Hielo Norte por el collado Cristal / Mocho. Decidieron hacer la travesía sin usar depósitos ni reabastecerse, esto significó llevar inicialmente entre 100 y 105 kilos cada uno. Así es que, en los primeros días, hasta que pudieron empezar a tirar de los trineos, tuvieron que portear cuatro veces, llevando cargas de 25 kilos por vez.
En el Hielo Norte tuvieron seis días de buen tiempo, que aunque bienvenido y agradable -nunca esperado ni en sueños- significó poco viento, por lo que no pudieron utilizar sus kites. A pesar de ello, uno de los días recorrieron 40 km. Se esforzaron mucho esos primeros días porque sabían que se acercaba una baja presión y querían pasar el Paso Colonial por sobre el Cordón Aysen con buena visibilidad (el ascenso al paso está muy agrietado y tiene muchos seracs).
Más tarde, su suerte meteorológica cambiaría. Durante toda la travesía del Campo de Hielo Sur, cerca de 30 días, sólo tuvieron dos días y medio de buen tiempo.
Salieron del Campo de Hielo Norte por el Glaciar Steffen, inicialmente por el centro para, luego de pasar un par de kilómetros de afiladas crestas de hielo, llegar a la margen izquierda. Esta sección requirió cinco días, llevando cargas triples a través de las morrenas y crestas de hielo, seguido de medio día de pack-rafting por 20 km del Río Huemules hasta el fiordo Steffen y el Canal Baker en el Océano Pacífico.
Remando sus pack-rafts recorrieron durante cuatro días 100 km de aguas abiertas hasta el comienzo del glaciar Jorge Montt. Llevaban trajes secos y chalecos salva vidas. En una travesía en mar abierto de 4 km se vieron sorprendidos por mal tiempo, y tuvieron que mantener la concentración para controlar la situación, evitando que sus pack-rafts hicieran demasiada agua o volcaran.
En la costa, y cerca del frente del glaciar Jorge Montt, dejaron todo su equipo acuático, incluyendo los pack-rafts, remos, trajes secos y chalecos, que más tarde fueron recogidos por un barco.
La elección de por donde subir al glaciar Jorge Montt fue crucial para el éxito. Este tramo es famoso por haber llevado hasta dos semanas a otros equipos. En lugar de ascender por la marge izquierda (oeste), ascendieron por la derecha, tomando un valle lateral al este que conducía a un paso. En dos días llegaron al primer glaciar, y en otro medio día a la meseta glaciar.
A continuación, pudieron hacer kite en gran parte de la zona norte del Campo de Hielo Sur. Siguieron una ruta que habían estudiado con imágenes aéreas y de satélite. A veces, mientras navegaban, la visibilidad no superaba los 30 metros, por lo que tuvieron que confiar ciegamente en el track de GPS que habían preparado con anterioridad.
Una limitación del permiso obligó al grupo a evitar la zona fronteriza en disputa con Argentina. Esto significó que después de pasar el Volcán Lautaro tuvieran que ir al oeste, al Paso de los Cuatro Glaciares y Altiplano Caupolicán, pasando por el oeste del Cordón Mariano Moreno. Esta es una ruta mucho más compleja que si hubieran podido permanecer en el lado este. Debido a los fuertes vientos y después de 27 días se tomaron su primer día de descanso, justo antes del Paso Rokko (2100m aprox).
Llegaron a la Falla Reichert después de 32 días, el 30 de noviembre, consiguiendo descender en un solo día, eligiendo la línea más segura posible, que sin embargo está expuesta a enormes seracs. Para superar este tramo técnico tuvieron que montar varias Tirolesas para sus trineos, que ahora pesaban unos 60 kg.
La Falla es un “corte” en el campo de hielo y por esta razón crea su propio clima con un fuerte efecto Venturi.
En el lado opuesto, no lejos de la cumbre del Cerro Bastión, les sorprendió una fuerte tormenta y decidieron esperar a que mejorara el tiempo. El descenso del Bastión es técnico y peligroso, así que sabían que necesitaban condiciones decentes para garantizar la seguridad. Durante cinco días se refugiaron en una cueva de hielo mientras afuera arreciaba la tormenta.
El día 38, cuando apareció una breve tregua en el pronóstico, se pusieron en marcha. La ascensión al Bastión es bastante sencilla, un glaciar con una empinada sección de hielo. Pero fue allí donde se desató otro tipo de “tormenta”. Christophe resbaló cinco metros al atravesar una afilada cresta de hielo, y al aterrizar se rompió la cadera. Al principio se temió una fractura de pelvis, con posible hemorragia interna, pero por suerte no fue así. A la mañana siguiente, un helicóptero de la compañía chilena DAP pudo recogerlo gracias a una mejoría meteorológica de cuatro horas. A causa del viento, no fue hasta que el helicóptero estuvo en el aire, volando, que pudieron respirar aliviados. Habían calculado que un rescate a pie hacia el oeste, hasta el mar, llevando a Christophe en una camilla improvisada habría llevado entre siete y diez días.
Después de que el helicóptero despegara, se reunieron todos en una tienda para discutir abiertamente qué hacer. A pesar de estar conmocionados, decidieron seguir adelante y escalar la cumbre del Cerro Bastión ese mismo día. La cuestión es que la breve ventana meteorológica que habían planeado aprovechar para hacer el descenso del Bastión, la habían dedicado al rescate. Al día siguiente tuvieron que esperar una mejoría, pero el día 41 se dieron cuenta de que no podían esperar más, era ahora o nunca.
El descenso fue épico. No había visibilidad, por lo que no sabían dónde estaban en relación con los peligrosos seracs. Su ropa estaba cubierta por dos centímetros de escarcha, y a veces tenían que hacer rápeles de 120 metros, con tramos de 40 metros desplomados por sobre enormes formaciones de hielo. Todo ello con trineos de 60 kg colgados de los arneses. Además, la pendiente estaba cargada y el miedo a una avalancha estaba constantemente presente. Esta larga y serpenteante jornada terminó a las 22:30, y sólo consiguieron dormirse a las 3:30 luego de arreglar una carpa rota.
Por la mañana empezaron tarde, pero avanzaron a buen ritmo hacia el Glaciar Grey, al que llegaron tras un larguísimo esfuerzo el día siguiente, día 43.
Les quedaban seis días de comida. Estaban a 1400m y el viento soplaba a 80 km/h. Las previsiones para los días siguientes eran terribles y alcanzar el Glaciar Tyndall o el Glaciar Balmaceda parecía inverosímil. El grupo seguía conmocionado por el accidente, pero también agradecido por cómo había salido todo. Tomando todo esto en consideracion decidieron salir desde ese punto.
El día 44 se abrieron camino por la marge izquierda (este) del glaciar Grey, sorteando un largo tramo de afiladas crestas de hielo y tras 16 horas llegaron al refugio situado bajo el paso Garner.
A la mañana siguiente bajaron a pie hasta el lago, donde los recogió un barco. Allí les esperaba Jacques-Olivier, su compañero y amigo que se había visto obligado a abandonar el viaje en el último momento debido a una apendicitis. Fue muy emotivo. En tres o cuatro días estaban de camino a casa, para celebrar la Navidad con sus respectivas familias.
Para evitar las trampas de la presión externa, optaron por no hacer grandes comunicados de prensa antes del viaje ni comunicar novedades durante la expedición. La magnitud del objetivo exigía un enfoque prudente.
Esta es fue una enorme aventura, realizada durante una primavera especialmente difícil desde el punto de vista meteorológico. El grupo debió sortear un número infinito de variables e incógnitas, con mucha exigencia mental y física, con tramos técnicos que requieren habilidad alpinística y tramos de navegación en los que no se pueden cometer errores. Todo ello en el más implacable de los entornos.
Thomas, Léo, Didier, Christophe y Jordi lo manejaron todo con una maestría impresionante, incluido un accidente que podría haber tenido consecuencias nefastas. Hay que imaginar que el océano de emociones que experimentaron durante estos 45 días debió de aportar mucha riqueza y crecimiento personal, una extensión tan larga y amplia como los impresionantes 600 km de cordillera que recorrieron.
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Photos (click to enlarge)
Linea seguida. Click agrandar.
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En la inmensidad. Click agrandar.
El equipo. Click agrandar.
En el canal Baker. Click agrandar.
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El equipo. Click agrandar.
Bajada Falla Reichert. Click agrandar.
Campamento. Click agrandar.
Bajada Bastion. Click agrandar.
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Addendum equipo.
Utilizaron botas de esquí de travesía de fibra de carbono, fabricadas por Pierre Gignoux, una pequeña empresa francesa, combinadas con interiores Intuition y una polaina fabricada especialmente.
Los esquíes fueron Ski Trab Gara World Cup de 162 cm de largo, con fijaciones Plum Race R170.
Las carpas eran monocapa, con barillas más gruesas de lo habitual, diseñadas especialmente, pero que serán comercializadas por el fabricante, Samaya, de Annecy.
Las bolsas de dormir que usaron fueron Barbat 500 de la marca francesa Triple Zero, con 100 gramos extra de pluma (600 gramos de pluma de 800-fill-power en total). Encima añadieron un cobre bolsa de Primaloft de la marca Carinthia.
Llevaban dos cuerdas Petzl Rad Lines (6 mm) de 60 m y una cuerda de 5 mm de 120 m.
Utilizaron calentadores MSR XGK, consumiendo 170 ml de combustible por persona y día (10,2 litros por persona cuando empezaron, planificando para 60 días), pero como pudieron encontrar bastante agua, utilizaron menos combustible del esperado. Esto les permitió usar a menudo botellas calientes para secar la ropa o el saco de dormir.
Tenían dos trineos cada uno, uno de tamaño completo y otro delantero de media pieza. Al principio esto les permitía dividir la carga en dos trineos, más tarde combinaron ambas piezas, una al lado de la otra, en un solo trineo, de tal forma que no pudieran volcar mientras usaban el kite.
Llevaron 60 días de comida, 45 de 900 gramos y ofrecían 4000 calorías, mientras que los 15 restantes eran de 500 gramos y sólo tenían 2000 calorías. Todos perdieron mucho peso, algunos hasta ocho kilos.
Addendum travesías anteriores
La idea original de conectar los dos campos de hielo data a 1993, a los alpinistas suizos Franco Dellatorre y Arturo Giovanoli. Junto con Romolo Nottaris y luego de ascender el Cerro San Valentín, cruzaron el Campo de Hielo Norte partiendo de la Laguna San Rafael, tardando 14 días. Luego se transfirieron en embarcación hasta el glaciar Jorge Montt, desde donde Franco y Arturo siguieron solos. Llegaron hasta la zona de la Falla Reichert, desde donde debido a un accidente, tuvieron que renunciar. Dos semanas mas tarde y por sus propios medios, lograron salir por Estancia Cristina.
Hubo varias travesías que cubrieron buena parte del Campo de Hielo Sur. Las principales son las siguientes.
En 1992, los españoles José Carlos Tamayo, Antonio Trabado y José Luis Fernández, y el suizo-argentino Sebastián de la Cruz comenzaron por el Glaciar Jorge Montt, alcanzando la Falla Reichert que cruzaron en helicóptero, continuando hacia el sur para salir por el Glaciar Tyndall.
Durante 98 días, a finales de 1998 y principios de 1999, los chilenos Pablo Besser, Rodrigo Fica, José Montt y Mauricio Rojas, comenzaron por el glaciar Jorge Montt para alcanzar la Falla Reichert que sortearon por sus propios medios, continuando hacia el sur para salir por el glaciar Balmaceda alcanzando el Seno de la Última Esperanza. Usaron un depósito intermedio en la zona de la Falla Reichert.
Durante 53 días, entre fines de agosto y principios de octubre de 2003, el noruego Börge Ousland y el suizo Thomas Ulrich salieron de Caleta Tortel en kayak, se dirigieron al glaciar Jorge Montt, atravesaron el Campo de Hielo hasta la Falla Reichert, la sortearon y continuaron hacia el sur saliendo por el glaciar Tyndall, llegando a Puerto Natales en kayak. Realizaron esta travesía sin ningún deposito intermedio.
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