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LA NORTE

La primera ascensión de la línea más larga y directa en la cara norte del Cerro Torre, y su costo.

By Rolando Garibotti, 25/03/2022. [corregido 12/04/2022]

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[This article is copyrighted. Please do not reprint this article in whole or part, in any form, without obtaining written permission.]

A finales de enero, y tras años de intentos, Tomás "Tomy" Aguiló y Corrado "Korra" Pesce escalaron una ruta nueva en la cara norte del Cerro Torre.

Tomy la intentó por primera vez en 2013, con Nicolás Benedetti. Sin estrategia clara, ni mucha información fueron hasta la base de la cara norte por la ruta americana a la Torre Egger, y consiguieron abrir seis largos, llegando hasta la travesía del “intento Burke-Proctor". En una sección de la pared que se creía lisa e improbable, Tomy y Nico encontraron una línea evidente, aunque difícil y comprometida. Se retiraron debido a la alta temperatura y al tiempo poco prometedor que se avecinaba.

En 2014 volvieron a intentarla con Jorge Ackermann, pero las malas condiciones, con mucha escarcha, temperatura alta y viento los obligaron a dar media vuelta a la altura del “box” de los ingleses.

A inicio de 2019, volvieron a la carga. Nico no pudo acompañarlos, así que se sumó Korra. Con mejores condiciones, decidieron seguir una línea más difícil en la parte inferior, empezando por la variante "Un Sogno Interrotto", conectándose luego a la ruta americana a la Torre Egger. Una vez en la cara norte, repitieron los seis largos abiertos por Tomy y Nico en 2013, y escalaron tres largos nuevos, alcanzando un hombro evidente en el lado izquierdo de la pared, "el honguito". En el penúltimo largo, Korra se cayó y se rompió un dedo. Jorge terminó el largo, y Korra, a pesar de su dedo roto hizo el siguiente, una goulotte de hielo. Vivaquearon en el "honguito", pero a primera hora de la mañana, debido al viento y al dedo machucado de Korra, decidieron bajarse.

A inicio de 2020, Jorge, Korra y Tomy, volvieron a juntarse en Chaltén para hacer otro intento, pero las malas condiciones no les permitieron siquiera acercarse a la pared.

Luego de una pausa debido a la pandemia, y con Jorge ocupado en el hemisferio norte, Korra y Tomy se juntaron en Chaltén a mediados de enero. A los pocos días apareció una ventana de buen tiempo en la previsión. El día 24 hicieron la aproximación a Noruegos, y el 25 al ver que la parte inferior estaba más cargada de nieve de lo esperado, fijaron los tres primeros largos, y volvieron a Noruegos. El día 26 se despertaron a la 1:15 a.m., aproximaron, jumarearon esos primeros largos y siguieron. Hacia el mediodía llegaron a una repisa de vivac, a la altura y a la derecha del box de los ingleses, a 600 metros del piso. Esta repisa está debajo de la pared derecha del "diedro de los ingleses", un lugar que muchos habíamos pensado que estaba protegido. Allí dejaron buena parte de su equipo, y siguieron otros 60 metros, para fijar el primer largo en la cara norte, el largo más difícil de la vía, donde se arriesga una caída a una terraza - uno que hace falta hacer con el "cuchillo entre los dientes". Después de fijarlo volvieron al vivac.

El día 27, para minimizar el riesgo que supone escalar en la cara norte que esta coronada por enormes hongos de escarcha, se despertaron a la medianoche y empezaron a moverse a la 1 de la mañana, intentando aprovechar la relativa seguridad de las horas más frías del día. Dejaron el equipo de vivac, planeando subir a la cumbre sin parar. Tomy se encargó de esta sección, que ya había hecho de primero dos veces, navegando tramos difíciles de proteger, verglas y oscuridad. Nada fácil. A pesar de esto logró moverse a buen ritmo y poco después del amanecer, tras siete largos, en la base de la goulotte de hielo, le paso la punta de la cuerda a Korra.

Un largo más abajo, Davide Bacci, Matteo della Bordella y Matteo De Zaiacomo, aparecieron viniendo desde el diedro de los ingleses, quienes despues de una breve charla con Korra, acordaron en seguirlos.

Korra siguió progresando rápidamente, con su habitual determinación, pasando “el honguito”, y avanzando por terreno virgen, por granito perfecto, con algunos pasos en mixto, por debajo de un hongo despegado que pedía no ser tocado. Cincuenta metros por debajo de la cumbre se juntaron con la ruta Ragni, en la base del último hongo, que Korra escaló en apenas 20’. A las 17:20 estaban en la cumbre. Davide y los Matteos hicieron cumbre un rato más tarde. Luego de tantos intentos y esfuerzo, su sueño se había hecho realidad. Habían completado una ruta nueva en el Cerro Torre, escalando la sección más larga y directa de la imponente cara norte. Pensaron en Jorge y Nico, con quienes habían hecho varios de los intentos anteriores. Hacia las 19:00 horas empezaron a rapelar por la misma vía. Davide y los Matteos decidieron dormir en la cumbre y bajar por el Filo Sudeste al día siguiente.

Hacia las 19 p.m. empezaron a rapelar por la misma vía. En el "honguito" decidieron esperar hasta las 10 p.m. para que la temperatura bajara y la pared dejara de gotear. Luego continuaron hasta el vivac, al que llegaron cerca de las 2 a.m.. Estaban cansados, así que pararon para hidratarse y comer. Pensaron en continuar, pero cambiaron de idea, decidiendo quedarse a descansar. Se cubrieron las piernas con la bolsa de dormir y cerraron los ojos. Unos minutos más tarde, alrededor de las 3:30 de la mañana, oyeron ruido de caída de piedras o hielo, que a los pocos segundos empezaron a golpear su alrededor. Ambos se inclinaron hacia la derecha en un intento por protegerse. Poco después algo enorme cayó en la zona donde estaban. Tomy sintió como se aplastaba su cuerpo y se rompían sus huesos, e inmediatamente ambos salieron despedidos por el aire, sus líneas de vida cortadas. Milagrosamente ambos pararon en pequeñas repisas dos y tres metros más abajo - esto en medio de una pared que es casi “vertical”. Los dos estaban muy maltrechos. Tomy apenas podía mover sus brazos, mientras que Korra no podía mover sus extremidades inferiores. Durante las horas siguientes, supusieron que iban a morir. Korra no volvió a moverse. Basándose en sus síntomas, se presume que tenía una hemorragia interna, la pelvis y la espalda rotas. La laja de roca de 2 x 1,5 metros que había estado detrás de ellos en la repisa, protegiéndolos, había desaparecido. Aunque es probable que les haya protegido de un impacto directo, parecería ser que fue la laja, que al rodar, los aplastó y les causó las lesiones que sufrieron.

Su equipo se había caído o estaba disperso. El inReach y las pastillas para el dolor habían desaparecido. Tomy empezó a hacer la señal de SOS con su linterna frontal - tres cortos, tres largos. Pasaron varias horas. Nunca vio una respuesta. Cerca del amanecer, bajo nieve y hielo, encontró la bolsita con el inReach. Escribió varios mensajes pidiendo ayuda, que debido a la mala conectividad satelital desde la pared vertical, no salieron. Igualmente Tomy animó a Korra a tener esperanza. Korra, a su vez, lo animó a bajar - “vos podes salvarte”. Tomy, quien luego fue diagnosticado con una clavícula y cinco costillas rotas, y un pulmón perforado, se creyó incapaz. No podía mover una mano y apenas podía mover la otra. Tenía mucho dolor. Korra insistió, y al mismo tiempo se negó a que Tomy lo asegurara a la pared, y expresó su intención de saltar. Korra entendía que su suerte estaba echada.

Al amanecer, alrededor de las 6:30, Tomy juntó toda la energía que pudo, y empezó a rapelar con el pedazo de cuerda de 50 metros que quedaba. Agarró el equipo que pudo encontrar. Le tomó la pierna a Korra, y llorando se despidió. Korra , lo alentó para que bajara - “dale boludo, bajá”, y se separaron. En el segundo rapel, los mensajes de inReach finalmente se enviaron. Durante las 10 horas siguientes, Tomy perdió altura muy lentamente, tardando más de una hora en cada rapel de 20 metros. Al casi no poder usar sus brazos, tenía que usar un jumar y su pierna para tirar las cuerdas. En casi cada reunión se quedaba dormido y necesitaba concentración máxima para aguantar el dolor que le causaba cada movimiento. Fue agonizante. En el glaciar podía ver que había gente que seguía sus pasos y sabía que la ayuda estaba en camino, pero sabía que si quería sobrevivir, tenía que bajar cuanto más posible por sus propios medios. Hacia las 5 de la tarde llegó a la margen derecha del nevé triangular, a 300 metros del suelo. Exhausto, dolorido, y sin equipo, decidió parar.

Alrededor de las 5 de la mañana varios escaladores vieron las señales de pedido de auxilio que hacía Tomy con su frontal, dieron aviso y respondieron, pero lamentablemente Tomy no las vio. El intento de rescate estaba en marcha. Varios escaladores se organizaron en Niponino y un grupo de ellos se dirigió hacia el pie de la pared. Siendo que se veía que Tomy estaba logrando bajar, preocupados por las altas temperaturas, y sin el equipo o capacidad necesarias para empezar a escalar, decidieron esperar. A las 10:30AM varios rescatistas salieron a pie desde El Chaltén, llevando una camilla y más equipo de rescate. Poco después les seguirían otros dos grupos. A la 1:45PM, un helicóptero llegó a El Chaltén, y llevó a cinco escaladores hasta Niponino, el punto de aterrizaje más alto considerado seguro. Desde allí se dirigieron a la base, donde se les unieron cuatro escaladores más y poco después llegaron Davide y los Matteos, que acababan de bajar el Filo Sudeste. A las 6 de la tarde, con temperaturas más bajas, y habiendo ahora un grupo de personas muy experimentadas, cuatro de esos escaladores empezaron a subir hacia Tomy, llegando a él cerca de las 9:45 de la noche. Debido a sus costillas rotas, era imposible llevarlo a cuestas, así que lo ayudaron a rapelar.

Mientras tanto, se habían fijado algunas cuerdas en el glaciar, que estaba muy roto y difícil. Al llegar al suelo, cerca de la 1:30 a.m., Tomy fue colocado en una camilla/trineo Sked y bajado por el glaciar hasta Noruegos, donde llegó a las 4:30 a.m. Allí se lo cambió a una camilla rígida y se siguió bajando por la peligrosa morena que lleva a Niponino. El tiempo había empeorado notablemente, de a ratos había ráfagas de viento de hasta 80km/h. A pesar de esto, el viejo helicóptero militar Bell despegó de Chaltén y voló valle adentro, aterrizando en Niponino a las 7:30 a.m. Allí se quedó con los rotores girando, listo para partir, pero la comitiva de rescate tardó casi otra hora y media en llegar. Finalmente a las 9 de la mañana logró despegar llevando a Tomy. Debido al viento, varios de los presentes temieron que el helicóptero se estrellara al despegar, pero a pesar de zarandearse peligrosamente, logró salir volando. Aterrizó brevemente en El Chaltén, donde Tomy fue revisado por un médico, e inmediatamente continuó vuelo llevándolo hasta el hospital de El Calafate, a 250 km de distancia.

En una corta ventana de buen clima una semana más tarde, se voló un drone para intentar ubicar los restos de Korra, pero no se pudieron encontrar. Se presume que cayó y yace en el glaciar. Dado que la zona donde se piensa que está se encuentra amenazada por caídas de rocas y hielo, se decidió abandonar la idea de buscarlo.

Casi 70 personas participaron del rescate, que fue una muestra más del espíritu samaritano que la comisión de auxilio local ha germinado a lo largo de los últimos veinte años. Aunque algunos tenían la esperanza de que Korra pudiera ser rescatado, la realidad decía lo contrario. Para moverlo con las lesiones que tenía, hubiese hecho falta un colchón de vacío, una camilla rígida, y otros medios que simplemente no se podían subir 600 metros por la cara este del Cerro Torre, un lugar sumamente peligroso. Hay que tener en cuenta que en Argentina no hay pilotos ni helicópteros capaces de realizar rescates con eslinga. A pesar de lo duro que es aceptar la pérdida de una vida, no podemos dejar de maravillarnos por el esfuerzo milagroso que ayudó a salvar la otra. El hecho de que el rescate llegase a buen puerto, no se debió al heroísmo de individuos aislados, sino a la fuerza de un colectivo en el que no importa si alguien lleva una mochila pesada, navega con una canoa la Laguna Torre, pilotea con pericia un helicóptero, sube hasta el herido, ayuda a llevar la camilla, o manda pizzas calientes a los cansados y hambrientos voluntarios de Niponino.

Cuando en la cumbre Tomy le preguntó a Korra cómo llamarían la vía, éste respondió inequívocamente: "'La Norte', ¿qué otra cosa podríamos llamarla?” Y así fue cómo se escaló la cara norte del Cerro Torre, ascensión que lamentablemente tuvo un precio demasiado alto.

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Diez días después del accidente, fui en bicicleta a la casa de Tomy a media mañana. Su hijo Satya y otros chicos correteaban por el jardín, jugaban y reían. Tomy estaba sentado en un costado, con cara cansada, y el cuerpo todavía muy dolorido. Sin embargo la vida brillaba. Simultáneamente, al otro lado del mundo, en la casa de los padres de Korra, se desarrollaba una escena similar: un gran almuerzo familiar, con alegría infundida por niños y amigos. El contraste con el silencio de Korra, era ensordecedor. Esa misma noche, volviendo de una cena con Seb, Jon, Lise, Jerome, Fanny, Camille, Christophe, Ali, y otros, comentamos cómo, en su timidez e incomodidad social, Korra tal vez no era consciente de lo mucho que se le quería.

Korra era un pensador independiente y original, lleno de perspectivas inusuales, con poca tolerancia a la exageración, las medias verdades y la mentira. Tenía un talento incuestionable y una pasión infinita por el alpinismo. Era bastante económico en el uso de las palabras y tenía un carácter muy austero. Siempre sabía cómo estaban las condiciones en Chamonix y compartía sus conocimientos con cualquiera que le preguntara. Había escalado la cara norte de las Grandes Jorasses por 14 vías diferentes, por lo que sus amigos la llamaban en broma las "Grandes Korrasses"...

Era Corrado para casi toda su familia, excepto para su papá, para quien era “Dado”, era "Spiderman" para sus sobrinos, ”Hard Korra" para algunos de sus amigos de Chamonix, "Korrita" para sus compinches argentinos y españoles, y el "Conde de Novara" para su amigo Andrea. Era un hombre sin patria: se autodenominaba de Chamonix, sin jamás especificar nacionalidad. Solo manifestaba lealtad a sus propios principios, y se encontraba más cómodo con los "otros", los inmigrantes, los bichos raros, que con el establishment. Conocía este sitio web y mi guía mejor que yo. Siempre podía contar con él para obtener una opinión directa y honesta. Somos muchos que lo vamos a extrañar enormemente. Como escribió su amigo y mentor, Jeff Mercier: "Te quiero Korra, te odio por irte".


Fotos (clickear para agrandar)


La línea de La Norte. Click agrandar.


Mitad inferior La Norte. Click agrandar


La cara norte. Click agrandar


La cara norte. Clickear para agrandar.


Korra en la norte. Click agrandar.


Korra en "el honguito". Click agrandar


En la cumbre. Click pa agrandar


Les Grandes Korrasses Click agrandar



Resumen: "La Norte" fue escalada entre el 25 y el 28 de enero de 2022, por Tomás Aguiló y Corrado Pesce. Empieza por "Un Songo Interrotto" (300m 6c), sigue por la vía americana a la Torre Egger (300m a 6c), para luego escalar casi 550m de terreno nuevo en la cara norte (7a A2 90˚), uniéndose a la "Ruta Ragni" en la base del último largo (50m 90˚). En total escala más de 1200m. Durante el descenso Tomy y Korra fueron golpeados por una caída de hielo y rocas que les causó lesiones muy graves. Después de varias horas Tomy logró seguir bajando y fue rescatado por otros escaladores en las inmediaciones del nevé triangular, a 300 metros del suelo. Se presume que Korra cayó. Sus restos no se encontraron.

La cara norte está coronada por enormes hongos de escarcha. Esto hace que sea especialmente peligroso escalarla, ya que es bombardeada en forma casi constante. No queda claro cómo afecta la temperatura al comportamiento de estos hongos, pero parece prudente intentar esta pared sólo cuando está muy seca, y solo cuando el cero térmico está muy bajo, muy por debajo de la cumbre.


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